martes, 14 de abril de 2015

Nuestras herencias medievales




Nuestras herencias medievales

Hablar de la Edad Media es como hablar de otro mundo, de una historia casi fantástica, por lo que en ocasiones se nos olvidan algunas costumbres o expresiones que heredamos de aquellas épocas. Pero nunca es tarde para recordarlo, y por eso hoy quiero hacer un breve recuento de algunas cuantas curiosidades. Hay que recordar que en el medievo no existían los cepillos de dientes, perfumes, desodorantes ni el papel higiénico (de la historia de las tazas del baño hablaremos en otra ocasión), por lo que las heces humanas se tiraban por las ventanas de los castillos y las casas. Al hacer esto, como no solían asomarse para ver si había alguien caminando debajo, nace la frase “Agua va”, que en México aún usamos a modo de “¡Aguas!”.


Toda la grandeza y suntuosidad de los palacios y del vestuario en general tiene explicaciones más allá del poderío o de la moda, sino de una lucha por la supervivencia y la tolerancia. El Palacio de Versalles nos sirve de perfecto ejemplo, ya que este palacio de París no cuenta con un sólo baño (es en serio), y nos sorprenden sus enormes y hermosos jardines que en la época eran más usados que contemplados, ya que se usaban como retretes en las fiestas promovidas por la realeza (…). Es verdad que durante las fiestas había sirvientes que se dedicaban a abanicar a los invitados, pero más que por el calor era por el hedor. Estamos hablando de una sociedad que no acostumbraba a bañarse nada seguido,(de hecho durante los meses de invierno no se bañaban por la falta de calefacción y agua corriente) por lo que el hedor que exhalaban de debajo de sus ropas (los cuales eran diseñados con telas gruesas y largas con el propósito de retener estos olores), y los abanicos ayudaban a, digamos que disimular, este insignificante malestar. No podemos olvidar que la mayoría de las bodas se realizaban entre mayo y junio, al comienzo del verano, esto porque el primer baño se hacía en mayo y el olor de las personas aún era tolerable para junio. Pero, como ya había indicios de hediondos aires, las novias llevaban ramos de flores para disfrazarlo, y de ahí nace la tradición del ramo de novia.

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